Espacio vitual, concebido para DAR Y LLEVAR las PALABRAS que HOY nos son dirigidas, al Pueblo de Dios y al mundo entero, mensajes dados por DIOS -PADRE, HIJO Y ESPIRITU SANTO- y por MARÍA, Nuestra Madre, bajo la advocación de MARÍA ROSA MISTICA, a Manuel Yanzón, en Mendoza, República Argentina.


EL LLAMADO DE MANUEL



Al día de hoy (2011), Manuel Yanzón tiene 63 años de edad y está casado con Teodora. Ya tienen más de 23 nietos y nietas de hijos e hijas casados.


Su vida siempre fue de trabajo y sacrificios, de abnegación y paciencia. A pesar que la vida no le fue pródiga en asuntos de cuestiones materiales, nunca, ni él ni su esposa, se quejaron de su suerte, ni se enojaron con Dios o le recriminaron el por qué de sus necesidades numerosas, o las desgracias que vivieron. Son felices con poco.

Manuel es un hombre de pocas palabras, muy humilde en su presencia y accionar, y manso de espíritu.
Sufrió mucho, como tantos hijos e hijas del Señor que sobrellevan sus vidas a duras penas en este valle de lágrimas, pero rodeado de la sencillez y aceptación de los limitados medios con que Dios le mandó a realizar su vida.

Su vida de trabajo comenzó desde muy niño, en la ruda tarea del campo; para ser más precisos, en el distrito “El Algarrobal”, del Departamento de Las Heras, Provincia de Mendoza, Argentina. 




Tuvo que dejar la escuela para colaborar con la débil economía familiar, ya que su familia era numerosa. Y por esas cosas que imponen a veces nuestra cruz, la suya lo llevó incluso a tener que dormir en invierno bajo las estrellas, amaneciendo cubierto por hojas escarchadas. Su padre “lo dio” en distintas circunstancias a diversas familias de la zona para que lo criaran y lo alimentaran...

Como él mismo nos cuenta ahora, aprendió a escribir con la Virgen, por medio de sus dictados, ya que su escasa formación escolar no lo llevó a concretar casi el primer grado de la escuela primaria. Si él se equivoca mientras escribe lo que le dijo la Virgen, Ella se lo hace borrar y le indica que lo haga de nuevo. Hay palabras que la Virgen le hizo escribir y que él no entiende: palabras que pertenecen al griego, latín, arameo; palabras e idiomas totalmente desconocidos por Manuel, cuyo significado ignora completamente. 


Pero, ¿cómo vino la Virgen a él?
Manuel trabajaba en el Hotel Ejército de Los Andes, corría el año 1989.
Una tarde de abril, cuando salió de trabajar y llevaba unos diez minutos de recorrido en bicicleta, fue atropellado de frente por una camioneta que se salió de su carril, y cuyo conductor inmediatamente se dio a la fuga. Al día de la fecha no apareció el responsable.


Fue llevado inconsciente al Hospital Central, donde apenas le efectuaron los estudios diagnósticos mínimos e indispensables. Estuvo tres a cuatro días en observación, para irse de alta en breve. 


Al mes, estaba muy mal, todo hinchado y cubierto de hematomas en todo el cuerpo, afectado sobre todo su estómago. Inconsciente y con taquicardias, fue llevado nuevamente al Hospital. Los médicos ya no lo contaban, pocas esperanzas de vida tenía. Le hicieron una cirugía y le extrajeron la vesícula. Tenía muchas lesiones internas... 


Como no se recuperaba, lo volvieron a operar a los tres meses, sus tejidos no cicatrizaban, estaban abiertos. Le colocaron una malla en sus tejidos...


Algo mejor de salud, le prohibieron desplazarse en bicicleta, trabajar, alzar a la bebé que le había nacido un mes después de su accidente... Se apoderó de Manuel un estado de depresión muy grande.


Transcurrió su vida ganándose el sustento como pudo y con la ayuda incondicional de su esposa.


Unos años después, sufrió una crisis hipertensiva y perdió un gran porcentaje de su capacidad auditiva. Al poco tiempo, le sobrevino otro que lo dejó inconsciente. Los médicos pensaron que de ésta no saldría. Transcurrió un mes en pésimo estado, y su sordera fue completa. Le hicieron varios estudios, pero no tenía recuperación. No había siquiera la posibilidad de recurrir a un audífono, dado su alto costo.


Su desesperación crecía día a día. Las visitas que recibía en su casa se daban a entender por escrito en hojas de papel. Él también lo hacía por escrito, pero dificultosamente su esposa le entendía lo escribía. Esta situación lo amargaba tremendamente. Tomaba medicamentos mañana, tarde y noche y concurría todas las semanas a los médicos. Volvió la depresión , y el llanto era su desahogo.


El 02 de febrero del 2000 era tan grande su desesperación que negros pensamientos se le cruzaron por la cabeza; contemplando la posibilidad de terminar con su vida, porque “ya no era vida”:


“En esos momentos le pedí a Dios y a la Virgen, y en ese instante no sé qué es lo que me iluminó para hacer lo que yo hice: yo me concentré y mi corazón lo único que tenía delante era la imagen de la Virgen y de Jesús. Yo les pedí...
Esa noche fue la primera aparición que tuve de Ella, de Nuestra Madre, en sueños; que me dijo:
Tus penas son escuchadas, pero no pidas en oscuridad. Pide con Luz porque Yo Soy Luz”.
A partir de ese primer “mensaje” me cambió la vida, ¡quedé con una paz...! ¡Me cambió todo!”.


Manuel comenzó a recibir más mensajes de la Virgen, generalmente en sueños, que se los fue entregando al sacerdote. 


Por aquellos días, en sueños la Virgen le anuncia que lo va a sanar. Hasta que la vio por primera vez con “sus propios ojos” el 27 de julio de ese año. Venía con tres rosas en sus manos: una roja al medio, y una blanca a cada costado.

Finalmente, el 13 de agosto del año 2000 (domingo) sueña con la Virgen: 
Yo soy María, cual nombre me dan ROSA MÍSTICA”,
y tuvo la segunda aparición de la Virgen en la Iglesia, cuando estaba en Misa. La Parroquia se llama NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES: 


“Luego de la Ceremonia, siento la voz de Ella. Yo me levanto y mi esposa me pregunta –“¿a dónde vas?”-; “Voy al Altar, porque me llama la Virgen”-, le respondí.
La imagen de la Virgen está en alto, pero a mí se me presentó abajo. Yo caí de rodillas. Sentí sus dos manos que se apoyaron en mi cabeza y en mis oídos sentí una explosiónMe retumbaba todo, yo lo único que hacía era llorar. Me abracé a mi esposa, a mi hija, al sacerdote... Había mucha gente en la Misa”.
A partir de entonces a Manuel le hicieron muchos estudios clínicos en el Hospital Central. El doctor Luna que sabía todos los problemas de salud que padecía, según los estudios que le realizaron, le dijo que no tenía absolutamente nada. Incluso recuperó la audición en su totalidad, y hoy escucha tan bien como cualquier otro.

La Virgen pide que se de a conocer su palabra, porque es para el Pueblo, el mundo entero. Ella por lo general siempre se expresa de esta manera a lo largo de cada mensaje, en los que también les hace insistentes llamados a los sacerdotes.

La primera vez que se le apareció la Virgen a Manuel, allá por el 27 de julio del año 2000, como a las diez de la mañana en el lugar en que quería construir la Gruta para Ella, Manuel cayó de rodillas, se quedó sin habla y experimentó taquicardia y palpitaciones. Tal fue su emoción que debió ser llevado a la sala de primeros auxilios más cercana. 

Comenta Manuel que él le había prometido una grutita a la Virgen, pero nunca imaginó que sería para “Ella”, “porque yo no conocía a esta Virgencita ni en estampitas”.


Se refiere, claro, a la advocación bajo la que se le presentó.
Siempre aclara Manuel que cuando ve a la Virgen “no sé cómo explicar lo que siento, esa alegría, esa felicidad. Es tan hermoso que no tengo palabras. ¡Y ese perfume...!”


En sueños, durante ese mes, la Virgen le anticipó también que el Pueblo construirá la Gruta y serán ellos quienes hagan su imagen; que ese lugar será santo y cientos y cientos irán a ese lugar, que recibirán Gracias y Bendiciones, algo que ya viene  ocurriendo desde hace más de 10 años a la fecha.


Se produce el primer Milagro de la Virgen
Por esos días, luego que la gente de la zona se fue enterando de lo sucedido en la Misa, muchos se acercaron a la casa de Manuel para preguntar. Un día, una señora maestra de escuela que trabaja en un barrio cercano, lo fue a buscar para que hiciera algo por un vecino que tenía un problema severo en su cabeza, y los médicos le daban pocas esperanzas: 
“Llevé una estampita de la Virgen y un Rosario, y les di a que lean uno de los mensajes. En ese momento este señor me habla, pero no se le entendía lo que decía. Su esposa me explica, luego de un esfuerzo por comprenderle, que él me pedía que le tocara la cabeza. Entonces yo tomé el Rosario con una mano y con la otra su cabeza y oré. A la semana me fueron a buscar a mi casa y me dicen que ese señor ya se levantaba y podía regar la vereda, cuando ni se podía mantener en pie. Lo fui a visitar y lo encontré en la cocina de su casa; cuando me vio rompió a llorar. Este señor ahora anda haciendo trabajos y ya no tiene esa enfermedad. En esos días muchas curaciones se produjeron... Se están dando muchos milagros y la gente va a la Gruta en agradecimiento...”
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Esto valga para tener una primera aproximación de lo que ocurre en El Algarrobal, Las Heras, Mendoza, a los pies de los andes argentinos. Un hombre simple pide con fe, y el Cielo le contesta.


Una vez más, la Virgen María se hace presente con su mensaje de consolación y promete mediar entre sus hijos de todo el mundo y su Hijo Jesús y El Padre, llamando constantemente a la Misa dominical como la gran riqueza del Pueblo cristiano, a la confesión, a la oración de corazón, al rezo del Santo Rosario, a la pureza de la mente y el corazón, a la conversión de todo el mundo, a dejar el pecado de lado, causa de nuestro sufrimiento. También lo hace Jesús, quien efectúa además, un apremiante llamado a los gobernantes.


Invitamos a todos los interesados a reflexionar sobre estos llamados de la Virgen a cada uno de nosotros, a la humanidad, los cuales son acompañados de breves descripciones de Manuel respecto de lo que ve y siente en los momentos que vive su encuentro con la Madre del Cielo.

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