Dice la Virgen (11:37 hs)
“Hijitos míos Soy Vuestra Madre. Estoy aquí a vuestro lado ¿no sienten mi presencia?Les hablo a ustedes, mis hijos predilectos. Muchos sienten mi presencia; otros están fríos, no sienten nada. Son aquellos que están la Casa de Dios disfrazados. No creen ni en ellos mismos. Son aquellos corazones duros, de palabras secas, duras para mi pueblo.
Les hablo como Madre Inmaculada; saben lo que significa.Sean verdaderos hijos predilectos, sacerdotes de corazón.Hoy están a tiempo de pedir la luz del Espíritu Santo, la sabiduría del Padre, el saber esperar una gracia del Señor Jesucristo Dios. Él siempre está a vuestro lado. Siempre les responde su amor, misericordia, sus brazos abiertos a todos vosotros. Sean dignos de Él, de estar en la Casa de Dios. Ser verdaderos sacerdotes, ser más humanos, tener amor, misericordia. Demuestren humildad, fe, entrega de lo que son, verdaderos sacerdotes.Aprendan a buscar mi rebaño; está muy disperso.Aprendan a decir a vuestros hermanos:“No ignoren cuando pasan por la Casa de Dios, El Padre os está esperando. Adelante, aprendan a buscar los santos sacramentos. Luego saldrán llenos de gozo, (con) un espíritu nuevo. Dejad todas vuestras preocupaciones a Sus pies. Sus palabras de ayer, hoy, mañana, siempre están en las santas escrituras. En ellas no hay mentiras ni falsas promesas. En ellas hallaréis verdad, amor, misericordia, vida eterna”.El Señor Jesucristo Dios os da la luz del Espíritu Santo, toda sabiduría.Sean sabios para que puedan ver, entender toda palabra para dar a mi pueblo.Levantad vuestras manos y decid a grande voz: “¡Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo, Gloria a la Santísima Trinidad!”.Amén”.
Leed:
- Apocalipsis 11, 19
- Hebreos 8, 1 al 11
- Romanos 10, 8 al 18
- Salmo 19, 1 al 9
MARÍA ROSA MÍSTICA
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Apocalipsis
11, 19
El Arca de la Alianza
11:19 En ese momento se
abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de su
Alianza, y hubo rayos, voces, truenos y un temblor de tierra, y cayó una fuerte
granizada.
Hebreos
8, 1 al 11
Cristo, sacerdote perfecto por su sacrificio
Imperfección del culto antiguo
8:1 Este es el punto
capital de cuanto venimos diciendo, que tenemos un Sumo Sacerdote tal, que se
sentó a la diestra del trono de la
Majestad en los cielos,
8:2 al servicio del
santuario y de la Tienda
verdadera, erigida por el Señor, no por un hombre.
8:3 Porque todo Sumo
Sacerdote está instituido para ofrecer dones y sacrificios: de ahí que
necesariamente también él tuviera que ofrecer algo.
8:4 Pues si estuviera
en la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo ya quienes ofrezcan dones
según la Ley.
8:5 Estos dan culto en lo que es sombra y figura de realidades
celestiales, según le fue revelado a Moisés al emprender la construcción de la Tienda. Pues dice: Mira,
harás todo conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.
8:6 Mas ahora ha
obtenido él un ministerio tanto mejor cuanto es Mediador de una mejor Alianza,
como fundada en promesas mejores.
Imperfección de la
antigua alianza
8:7 Pues si aquella
primera fuera irreprochable, no habría lugar para una segunda.
8:8 Porque les dice en
tono de reproche: He aquí que días vienen, dice el Señor, y concertaré con
la casa de Israel y con la casa de Judá una nueva Alianza,
8:9 no como la Alianza que hice con sus
padres el día en que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto.
Como ellos no permanecieron fieles a mi Alianza, también yo me desentendí de
ellos, dice el Señor.
8:10 Esta es la Alianza que pactaré con la
casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en su
mente, en sus corazones las grabaré; y yo seré su Dios y ellos serán mi
pueblo.
8:11 Y no habrá de
instruir cada cual a su conciudadano ni cada uno a su hermano diciendo:
"¡Conoce al Señor!", pues todos me conocerán, desde el menor hasta el
mayor de ellos.
Romanos
10, 8 al 18
Israel y la justicia de Dios
10:8 ¿Pero qué es lo
que dice la justicia?: La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu
corazón, es decir, la palabra de la fe que nosotros predicamos.
10:9 Porque si
confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo
resucitó de entre los muertos, serás salvado.
10:10 Con el corazón se
cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la
salvación.
10:11 Así lo afirma la Escritura : El que
cree en él, no quedará confundido.
10:12 Porque no hay
distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor, que
colma de bienes a quienes lo invocan.
10:13 Ya que todo el
que invoque el nombre del Señor se salvará.
El misterio de la
incredulidad de Israel
10:14 Pero, ¿cómo
invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de él? ¿Y cómo oír hablar de él, si nadie lo
predica?
10:15 ¿Y quiénes
predicarán, si no se los envía? Como dice la Escritura : ¡Qué hermosos son los pasos de los que
anuncian buenas noticias!
10:16 Pero no todos
aceptan la Buena
Noticia. Así lo dice Isaías: Señor, ¿quién creyó en nuestra
predicación?
10:17 La fe, por lo
tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo.
10:18 Yo me pregunto: ¿Acaso no la han oído?
Sí, por supuesto: Por toda la tierra se extiende su voz y sus palabras
llegan hasta los confines del mundo.
Salmo
19, 1 al 9
Los cielos proclaman la gloria de
Dios
19:1 Del maestro de
coro. Salmo de David.
Alabanza de la Creación
19:2 El cielo proclama
la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
19:3 un día transmite
al otro este mensaje y las noches se van dando la noticia.
19:4 Sin hablar, sin
pronunciar palabras, sin que se escuche su voz,
19:5 resuena su eco por
toda la tierra y su lenguaje, hasta los confines del mundo. Allí puso una carpa
para el sol,
19:6 y este, igual que
un esposo que sale de su alcoba, se alegra como un atleta al recorrer su
camino.
19:7 Él sale de un
extremo del cielo, su órbita llega hasta el otro extremo, y no hay nada que
escape a su calor.
Elogio de la Ley de Dios
19:8 La ley del Señor
es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da
sabiduría al simple.
19:9 Los preceptos del
Señor son rectos, alegran el corazón; los
mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos.