9:47 hs. de la mañana. Relata Manuel:
“Estoy en el oratorio con gente y poniendo personas en oración. Ya hace días que me siento triste, con mucha angustia, me brotan solas las lágrimas. Empiezo a sentir un exquisito aroma a rosas e incienso. Al rato se hace una gran luz. Veo a nuestra Madre; está con su Hijo. La Madre está con sus ojitos con lágrimas que corren por su carita.
“Hijito mío hoy más que nunca mis palabras, mi voz, están en tus manos. Toma, escribe lo que diré. Toda palabra está en las Santas Escrituras en las cuales están las verdaderas palabras de vuestro Señor Jesucristo Dios.Hijitos míos se acerca para ustedes la fecha, el día en que todos se reúnen a adorar a mi Hijo.Hacen un humilde pesebre al cual ni siquiera fue invitado; lo ignoran. Sólo se acuerdan de Él cuando lo necesitan. Reciben la gracia, luego se olvidan. Ni siquiera tienen tiempo de ir a agradecer a la Casa de Dios.Mi amado Hijo vuestro Señor Jesucristo Dios hablará por Mí:”
Habla Jesús:
“Hermanos me da gusto hablar con todos vosotros.En el supuesto día de mi cumpleaños se reúnen todos los años. Hacen una hermosa fiesta; unos más, otros menos, en mi honor. Todos los años sucede lo mismo.Todos vosotros se van de compras, gastan lo que no tienen. Va llegando el día; es muy bello pensar que una vez al año todo mi pueblo, el mundo piensa en Mí.Todos saben que hace muchos años se reúnen a festejar. Mi cumpleaños en realidad -ustedes festejan ahora- fue cambiado por los mercaderes, por su conveniencia.Cuando Yo vuestro Señor nací, hacía mucho frío. No había lugar en la posada. Mi amada Madre y José llegaron al lugar; Ella venía ya pesada. El posadero le ofreció lo único que en aquel momento tenía: los llevó a la posada donde estaban los animales. Le dice a José: “Perdona tú y tu esposa; es el único lugar que tengo”.Dice María: “No te preocupes buen hombre. Está bien. Gracias”.El hombre se fue. José se puso a arreglar el pesebre. En ese momento Yo nací.
Hacía tanto frío que los animales se arrimaron con el calor de su respiración. Me daban el calor.Nací en la primavera; hacía tanto frío que caían hermosos copos de nieve. Era un manto blanco. Fue hermoso; todos estaban ahí a Mi alrededor. Yo sólo tenía una manta cubriéndome. Ahí se veía amor, unión. Unos lloraban de felicidad al encontrase con sus familiares, otros brindaban…¡Si se detuvieran a pensar qué es lo que están celebrando!Nadie lo sabe. Sólo piensan en divertirse… borracheras, comer, ni se detienen a pensar o mirar a ese pesebre donde está el Niño. ¡Yo Estoy ahí, ante tus ojos! Ni una palabra de amor o agradecimiento, o simplemente una oración al Padre.¡Él es tan grande en amor y misericordia que os dio a Su Hijo!Hoy festejan mi cumpleaños. Una gran fiesta en mi honor. Pero a Mí nunca me invitaron siendo que Yo era el invitado de honor. Me dejaron afuera, a un lado. Ni se acordaron de Mí. Llega el día, todos levantaron las copas, todos brindaban… A Mí, a vuestro Señor me dejaron afuera, me cerraron las puertas.Yo Jesús quería compartir la mesa contigo, mi hermano.Ni un pensamiento hacia Mí, ni se acercaron al pesebre con sólo una mirada de amor.Sólo veo frialdad, pero tu actitud no me sorprende. Todos mis hermanos me cierran las puertas.Yo vuestro Señor abrí las puertas, estuve entre vosotros: unos bebían, otros se acordaban de cosas pasadas, otros comían y bebían, pero de Mí ni se acordaron. Todos lo estaban pasando en grande.En eso llega uno disfrazado vestido de rojo, con barba postiza blanca diciendo: “¡Jo Jo Jo!” llamando la atención de todos. Se deja caer en un sillón. Todos los niños y grandes corrieron a su alrededor. Todos gritaban “¡Santa, Santa!”¡Si la fiesta era en Mi honor!...Nadie se acordó de Mí. Llegó la hora de los saludos, todos se abrazaban, yo extendí mis brazos esperando que alguien viniera a Mí… Nadie se acordó. Salí de ahí sin hacer ruido. Cerré la puerta. Las lágrimas me brotaban solas…Hermanos tal vez piensen que Yo nunca lloro. Siempre lo mismo, llega esa noche y lloro de la impotencia de ver tanta frialdad, incredulidad, egoísmo, maldad, falsedad entre vosotros.¡No hay sinceridad, no hay amor! Lloro por vosotros, por esa frialdad.Es muy triste ver que son pocos los que se acuerdan Mí. ¡Me siento tan solo en el altar!Los espero en la Casa de Mi Padre. Por sus borracheras son muy pocos los que asisten.Hermano, de tu casa me fui muy triste…Solo caminaba… Las lágrimas corrían por mi cara. Al borde del camino una familia tan humilde miraba los fuegos artificiales. No tenían nada en su mesa. La mamá llorando me dice: “Señor no sé quién eres, pero te invito a entrar a mi casa”. Con tanta humildad su fuerza de voluntad me dio lo único que tenía: un vaso de agua. Vengo de una casa donde la mesa era un banquete… esta mesa tan humilde sin un trozo de pan. Dejé ahí todas las bendiciones que llevé para ti. Vi que aquí hacían más falta. Extendí las manos ¡esa mesa sí fue un verdadero banquete!Iba tan triste…Ahí me dieron el abrazo que tú no me diste. Ahí sí, en ese abrazo sentí amor, el calor humano. Me trataron como Señor. En un rincón de la casa un humilde pesebre sin nada. En la mesa ellos no se habían olvidado de Mí ¡Cuánta humildad, fe, amor, sinceridad me entregaron!Hay muchos lugares en el mundo que tienen prohibido armar un arbolito, ni armar un pesebre, ni esperan Mi llegada. ¡Traigo tantas bendiciones y gracias!Un día escucho una conversación: “Señor cómo quieres que Te reciba si no Te veo. No sé lo que te gusta ni tampoco te veo. Si Tú me estás escuchando dime qué Te gusta que te regale” Le dije: “Mi mayor deseo es que te acerques a la Casa de Mi Padre. Recibe los Santos Sacramentos. Deja que Yo vuestro Señor Viva en vosotros. Yo estaré contigo!”Un día un anciano estaba tan solo, y llega el día de Mi cumpleaños. Decidió visitar las casas aledañas pidiendo posada y un plato de comida. Tocó muchas puertas sin que ninguna se abriera. Estaba solo, no tenía familia. Esperaba que alguien lo invitara a pasar. Triste se dio por vencido. Dice: “Señor yo quería sentir el calor humano, pasar una noche en familia”. Le dije con la mano en su hombro: “No te apures ni estés triste. A Mí tampoco me han dejado entrar. Llamé a una y mil puertas, éstas nunca se abrieron. Yo sí te invito. Haré Mi propia fiesta. Para Mí tú eres muy importante porque serás de un grupo que debe ayudar en guiar la tarea pastoral de Mi Casa. Todavía estoy trabajando en los últimos arreglos, lo que quizá no sea este año”Están todos invitados. En el Cielo se hará una gran fiesta ya que vosotros ni uno me abrió las puertas de su casa. No será este año; estoy enviando muchas invitaciones. Sólo quiero saber si vienes. Te daré el mejor lugar si tú me abres las puertas de tu corazón. Te sentirás muy importante. Es la fiesta del Cielo. Prepárate. TODO ya está listo. Te daré una gran sorpresa.Mi hermano, hasta pronto.Tu Hermano.Aunque muchos no Me acepten ni crean en Mí, SOY JESUCRISTO VUESTRO SEÑOR DIOS”.
Leed:
- Mateo 25, 34-40
- Apocalipsis 3, 20
- Salmo 149 y 150, 1-6
MARÍA ROSA MÍSTICA y JESÚS
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Mateo 25, 34-40
El Juicio final25:31 Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. 25:32 Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,25:33 y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a la izquierda.25:34 Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: "Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, 25:35 porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; 25:36 desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver". 25:37 Los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? 25:38 ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? 25:39 ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?"25:40 Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo".
Apocalipsis 3, 20
3:20 Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos.
Salmo 149 y 150, 1-6
SALMO 149
El Señor se complace en su pueblo
149:1 ¡Aleluya! Canten al Señor un canto nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; 149:2 que Israel se alegre por su Creador y los hijos de Sión se regocijen por su Rey. 149:3 Celebren su Nombre con danzas, cántenle con el tambor y la cítara, 149:4 porque el Señor tiene predilección por su pueblo y corona con el triunfo a los humildes. 149:5 Que los fieles se alegren por su gloria y canten jubilosos en sus fiestas. 149:6 Glorifiquen a Dios con sus gargantas y empuñen la espada de dos filos: 149:7 para tomar venganza de los pueblos y castigar a las naciones; 149:8 para atar con cadenas a sus reyes, y con grillos de hierro a sus jefes. 149:9 Así se les aplicará la sentencia dictada: esta es la victoria de todos tus fieles.
¡Aleluya!
149:1 ¡Aleluya! Canten al Señor un canto nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; 149:2 que Israel se alegre por su Creador y los hijos de Sión se regocijen por su Rey. 149:3 Celebren su Nombre con danzas, cántenle con el tambor y la cítara, 149:4 porque el Señor tiene predilección por su pueblo y corona con el triunfo a los humildes. 149:5 Que los fieles se alegren por su gloria y canten jubilosos en sus fiestas. 149:6 Glorifiquen a Dios con sus gargantas y empuñen la espada de dos filos: 149:7 para tomar venganza de los pueblos y castigar a las naciones; 149:8 para atar con cadenas a sus reyes, y con grillos de hierro a sus jefes. 149:9 Así se les aplicará la sentencia dictada: esta es la victoria de todos tus fieles.
¡Aleluya!
SALMO 150
Todo viviente alabe al Señor
150:1 ¡Aleluya! Alaben a Dios en su Santuario, alábenlo en su poderoso firmamento; 150:2 Alábenlo por sus grandes proezas, alábenlo por su inmensa grandeza. 150:3 Alábenlo con toques de trompeta, alábenlo con el arpa y la cítara; 150:4 alábenlo con tambores y danzas, alábenlo con laudes y flautas. 150:5 Alábenlo con platillos sonoros, alábenlo con platillos vibrantes, 150:6 ¡Que todos los seres vivientes alaben al Señor! ¡Aleluya!
150:1 ¡Aleluya! Alaben a Dios en su Santuario, alábenlo en su poderoso firmamento; 150:2 Alábenlo por sus grandes proezas, alábenlo por su inmensa grandeza. 150:3 Alábenlo con toques de trompeta, alábenlo con el arpa y la cítara; 150:4 alábenlo con tambores y danzas, alábenlo con laudes y flautas. 150:5 Alábenlo con platillos sonoros, alábenlo con platillos vibrantes, 150:6 ¡Que todos los seres vivientes alaben al Señor! ¡Aleluya!