Espacio vitual, concebido para DAR Y LLEVAR las PALABRAS que HOY nos son dirigidas, al Pueblo de Dios y al mundo entero, mensajes dados por DIOS -PADRE, HIJO Y ESPIRITU SANTO- y por MARÍA, Nuestra Madre, bajo la advocación de MARÍA ROSA MISTICA, a Manuel Yanzón, en Mendoza, República Argentina.


9 feb 2014

13 de Noviembre de 2013

(17:13 hs. de la tarde)
“Estoy en el oratorio poniendo a unas personas bajo oración. El oratorio se llenó de una inmensa luz muy blanca y un exquisito aroma a rosas. Veo a la Santísima Madre. Ella dice”:
“Hijitos míos entre vosotros debe reinar en vuestra mente y corazón el amor sincero hacia Cristo.
Vuestro Señor os pide que toda palabra que os trae vuestra Madre, recién bajadas del cielo, escúchenlas, tómenlas, medítenlas.
Oren, oren por este renacimiento de vuestra conversión con una total entrega. Entrega basada en el amor, entrega a la fe, la verdadera fe. (Ésta) nazca de vuestras entrañas, mente y corazón. Cuando hay entrega todo se puede. Seguir el ejemplo de vuestra Madre: la humildad, el amor, la entrega que en Ella había.
Soy La Inmaculada Madre de la Casa de Dios.
Ya lo dije en Lourdes, Fátima, Guadalupe, La Salette.
Hoy aquí está vuestra Madre. Vengo en busca de mis hijos.
¡Cuánto dolor, sufrimiento hay en el mundo! Oren, oren, ayunen, hagan sacrificio, penitencia. Sobre todo encuentren la luz, el camino hacia Cristo, el camino de fe, conversión.
Tomaos de las manos de Cristo, están extendidas hacia vosotros. Sentirán la paz.
Os quiero a todos unidos en un mismo amor ¡Tanta falte os hace la humildad, caridad, ser misericordiosos! Todo nace del verdadero amor.
Vuestro Señor está ante vosotros. Ya lo he dicho: pidan, pidan con entrega, amor, fe, confianza en vuestra Madre Intercesora de todas las Gracias.
Tomo todo dolor, angustia, opresión que hoy tiene vuestro corazón.
Hijos es muy importante el acercamiento a la Casa del Padre, dejar vuestra confesión, estar con los santos Sacramentos, lo cual es el maná bajado del cielo. ¡Vuestra alma estará tan pura, sentirán que El Padre habita en vosotros!
Amén”.
 
Leed:
  • Efesios 2, 1-10
  • Filipenses 2, 1-11
 MARÍA ROSA MÍSTICA
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Efesios 2, 1-10
La gratuidad de la salvación en Cristo
2:1 Ustedes estaban muertos a causa de las faltas y pecados
2:2 que cometían, cuando vivían conforme al criterio de este mundo, según el Príncipe que domina en el espacio, el mismo Espíritu que sigue actuando en aquellos que se rebelan.
2:3 Todos nosotros también nos comportábamos así en otro tiempo, viviendo conforme a nuestros deseos carnales y satisfaciendo las apetencias de la carne y nuestras malas inclinaciones, de manera que por nuestra condición estábamos condenados a la ira, igual que los demás.
2:4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó,
2:5 precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo —¡ustedes han sido salvados gratuitamente!—
2:6 y con Cristo Jesús nos resucitó y nos hizo reinar con él en el cielo.
2:7 Así, Dios ha querido demostrar a los tiempos futuros la inmensa riqueza de su gracia por el amor que nos tiene en Cristo Jesús.
2:8 Porque ustedes han sido salvados por su gracia, mediante la fe. Esto no proviene de ustedes, sino que es un don de Dios;
2:9 y no es el resultado de las obras, para que nadie se gloríe.
2:10 Nosotros somos creación suya: fuimos creados en Cristo Jesús, a fin de realizar aquellas buenas obras, que Dios preparó de antemano para que las practicáramos.

Filipenses 2, 1-11
La unidad en el amor
2:1 Si la exhortación en nombre de Cristo tiene algún valor, si algo vale el consuelo que brota del amor o la comunión en el Espíritu, o la ternura y la compasión,
2:2 les ruego que hagan perfecta mi alegría, permaneciendo bien unidos. Tengan un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento.
2:3 No hagan nada por rivalidad o vanagloria, y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos.
2:4 Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás.

La humillación y la glorificación de Cristo
2:5 Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo Jesús.
2:6 Él, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente:
2:7 al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano,
2:8 se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.
2:9 Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre,
2:10 para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos,
2:
11 y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: "Jesucristo es el Señor".